El sol de frente, el lente casi ciego, y esa niña mamá vieja que se abre paso entre la luz.
A veces fotografiar el candombe es eso: dejarse encandilar por lo que no se puede controlar.
Entre sombras y destellos, el cuerpo encuentra su verdad.
Ella baila con todo lo que tiene, y la calle entera parece iluminarse desde adentro.
El clic llega justo antes de que el sol lo borre todo.
La Foto de la Llamada